lunes, 16 de abril de 2012

La primera pieza del álbum de mi vida

De la vida se dicen muchas cosas, que es complicada, que es sólo para valientes, que lo difícil no es la vida misma sino que nosotros la hacemos así, etcétera... sea cual sea la realidad, hay quienes la vivimos como se dice a flor de piel, con todas las emociones a mil, y el corazón al descubierto. Para aquellos que se sienten identificados con ese sentimiento este blog probablemente sea de su agrado, para los demás espero igualmente encuentren en estas líneas algo con lo cual puedan sentirse relacionados. Al fin y al cabo el camino de la vida es uno sólo y todos somos parte del mismo.

Dicha esa pequeña bienvenida pasaré a presentarme, mi nombre es Mariel Monteagudo, pero el alter ego escritor de estas páginas virtuales se llama Marie. Tengo veintisiete años y curso los últimos cursos de la carrera de Comunicaciones en un conocido instituto limeño. Algunos se preguntarán por qué a los veintisiete años recién me aproximo a terminar una carrera, pues bien, el camino a encontrar mi "carrera ideal" fue casi tan complejo como lo es para una chica encontrar al hombre de sus sueños. A los dieciseis años, tras intentar fallidamente convencer a mis padres de estudiar psicología, ingresé a la escuela de derecho en una universidad nacional. Parecía ser lo ideal, acabar el colegio con honores, ingresar a temprana edad a la universidad, me hubiera estado graduando como abogada a los veintidos años y todos contentos (con todos me refiero por supuesto a mi familia y a la sociedad, no a mi). Sin embargo las cosas no se dieron de ese modo, estudiar derecho fue casi un infierno, la gente, el lugar, lo desadaptada que me sentía, lo niña que era (en todo sentido) en un mundo de grandes, y para completar el helado, la cereza: odiaba el derecho, odiaba las reglas.

Resistí tres años en aquellas aulas de la avenida Colmena, hasta que no pude más y lo dejé. El dolor y la decepción arribaron en casa, mas la libertad en mi corazón. Lo siguiente fueron años de perdida, confusión y miedo, de no saber a donde ir o que haría con mi vida. Mi idealista ser me llevo a una escuela filosófica con nombre de organización cultural, pasé lindos años ahí. Aprendí mucho, conocí mucha gente diversa, no me arrepiento de los pasos que di, la historia sobre aquella escuela filosófica como todo no es color de rosa pero no la contaré en este momento, quizás lo haga algún día.

Como todo llegó el final de mi etapa como estudiante de filosofía, o como filósofa (como ellos dirían), y llegó otra etapa, esta vez sería una de las etapas más largas que hasta ahora se mantiene vigente en mi vida y que sin duda marcaría un hito, un antes y un después que aún sigo viviendo. Conocer a una persona de otro país, de otra cultura y que se convierta en una de las más importantes de tu vida es curioso, pero la vida es curiosa de ese modo. Muchas cosas pasaron en aquél verano del 2008, pero cuando el otoño llegaba y con él la realidad, el vacío que dejó en mi era indescriptible, tan intenso que sólo la suplantación de otra cosa con la misma fuerza podría hacer que el orden general de mi vida se mantuviera en pie.

Es así como supe que debía volver a estudiar, era hora de recuperar mi vida e iniciar una carrera de verdad. Tras convencer a mi mamá de que era lo que necesitaba procedí a buscar institutos y universidades y carreras, buscando opciones, caminos que pudiera seguir. Sabía que una universidad no era lo mío, necesitaba algo práctico que vaya "directo al grano". No sabía la carrera, pensé en algo práctico como administración, pero su currícula no me convencía. Así llegue a comunicación integral, tenía todos los cursos que alguna vez había querido seguir, era perfecto. Así me convertí en una flamante estudiante de comunicaciones, una cachimba nuevamente a los ventitres años, y hasta hoy no me arrepiento.


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Como no podía faltarle a una comunicadora social, a continuación una lista con algunas de las páginas donde pueden seguirme.

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Los dejo con una hermosa canción de The Shins, con imágenes de una de mis películas favoritas Garden State. Hasta la próxima pieza.